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SOBRE LA PAELLA (I)

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Fotografía cedida por "Arroz de Valencia Denominación de Origen"
Qué rabia, o enfado grande, me da cuando observo que el Diccionario de Real Academia Española no cumple un papel aglutinador y normalizador. Tantas correcciones que hace, y todavía sin saber cuándo actualizará voces que tienen que ver con lo que cada persona hace cuatro o cinco veces al día, la comida. Me pregunto si, como preparado básico, es suficiente decir que la paella es "plato de arroz seco, con carne, pescado, mariscos, legumbres, etc." Esto es lavarse las manos como Pilatos. A estas horas se puede decir algo más concreto. Pero si, además, añade que es "característico de la región valenciana, en España", opino que es el colmo. A estas alturas qué es "característico" referido a una región o territorio. Así se aprovechan quienes quieren que la paella sea un plato exclusivamente  valenciano. También hay más  "aprovechamientos" que ahora no vienen al caso. Vendrán.

Por otra parte, también dice el DRAE que es "sartén en que se hace la paella". Así contribuye a que quienes se obstinan en reconocer que primero fue la paella que se hacía en una sartén, [hace muchos años con un largo mango para distanciar el calor de la llama, y modernamente sarten con dos asas evolucionada para servir en las diferente fuentes de calor de las que hoy se dispone] mantengan como correcto que hoy guisamos una paella en paella, o los más diversos arroces en paella, con lo que se perjudica la particularidad del guiso de arroz llamado paella.

Pero el DRAE sigue complicando el asunto cuando define "paellero", ya que tal voz puede ser un adjetivo relativo a la paella (Valencia es el templo paellero), o referido a una persona, que hace paellas o que es aficionada a la paella . También puede usarse como sustantivo, como "hornillo especial o parrilla preparada para hacer paellas", o como femenino "recipiente metálico a modo de sartén, de poco fondo y con asas, que sirve para hacer la paella." Así se deja a todo el mundo contento. 

Personalmente como digo en mi "Biografía de la Paella", creo que la voz Paella en nuestros días sirve para denominar solo el plato, el guiso de arroz con sus ingredientes y técnicas según la receta, preparado para comer preferiblemente nunca a solas. La sartén, el recipiente donde se guisa y prepara. El paellero o la paellera corresponde a quienes guisan y preparan la paella, hombre o mujer, como cocinero y cocinera. Aunque posible, no tiene por qué perdurar la idea de que la paella preferiblemente es buena si se hace en el campo, al aire libre, con fuego de leña, [de naranjo y no sé si agua de Valencia...], tal como muestra el anuncio de la cerveza Estrella Damm y el grupo de pop catalán "Love of Lesbian", con  la canción "Fantastic Shine" que ha armado mucho revuelo y que allí sigue, causándome otro enfado grande. La música de la canción es pegadiza, fácil de bailar, y letra profunda. 

Así como en la definición de las voces referidas los Académicos, según  creo,  deberían tener en cuenta el trabajo de antropólogos y sociólogos de la alimentación, interdisciplinariamente como se dice a la moda, también creo que el anuncio de la referida cerveza que se encuentra en youtube puede ser objeto de estudio de los antropólogos, igual lo digo por eso de la cultura "hipster", ya que a primera vista no sé qué tiene que ver con la cerveza, o con esa cerveza.  Para saber más de este anuncio, pinchad aquí.

Lo que se denuncia respecto del tal  anuncio  es que no se hace fuego en el bosque, ya que como explico en el libro ya fue suficiente la anterior polémica de una campaña que decía "hay paellas que matan"; que tampoco se hace exhibicionismo de ir en bicicleta sin casco, y finalmente que ya que la referida Academia quedó en quitar la tilde del adverbio "solo", pues los publicitarios y quienes hayan revisado el anuncio la ponen. Es un anuncio que trata de provocar "pluridisciplinarmente". O también ofrecer un "aquelarre" gastroerótico sin barreras ni límites para burlarse del comensal sentado, estupefacto y estúpido, en su butaca. Provocación. Escándalo. A mi  "tant se me’n fot" porque precisamente no consumo aquello que se anuncia carente de una deontología elemental. Por principio, y sin localismos.

La paella ha muerto. ¡Viva la paella!


SOBRE LA PAELLA (II)

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Este ilustre valenciano que encabeza mi post es el "responsable" de que yo conociera un camino que me llevó a escribir la "Biografía de la Paella". Felipe-Benicio Navarro Reig (1840-1901) fue un archivero, bibliotecario, historiador y gran conocedor de la historia del arte, que jugó un papel importante en la investigación sobre la cocina española. Solo con referirlo a la edición anotada del "Arte Cisoria" que en el siglo XIX hizo de la obra de Enrique de Villena sería más que suficiente.

Como explico en mi libro con detalle, mi historia personal a este respecto comienza tras el estudio de esa  edición anotada por Felipe-Benicio Navarro del "Arte cisoria de D. Enrique de Aragón Villena con varios estudios sobre su vida y obras y muchas notas y apéndices...", editada en 1879. Pensé que tenía que conocer el resto de su obra. Este deseo se acrecentó cuando en la convocatoria que hace el Doctor  Thebussem sobre el origen de la palabra «carajo», Felipe-Benicio Navarro, concurre, aunque bajo pseudónimo El menor pinche de todos, con un artículo muy documentado y de gran interés para nuestra historia, sobre todo en lo relativo al origen del alioli, y de la salsa mahonesa. Con otros trabajos el Doctor Thebussem lo publicó dentro de la titulada Segunda Ristra de ajos, y nuestra editorial los reeditó, convencidos de su interés. Ambas obras las considero de gran interés. También en nuestros Cuadernos de gastronomía se publicó un artículo interesante.

Sigo trabajando en la vida y obra de este gran valenciano, por su importancia en la literatura española, y por escribir ese primer libro en Europa sobre el arte de trinchar. Así fue cómo poco a poco fui recomponiendo aspectos de su biografía, por ejemplo tener por segura la fecha de su muerte, su ascendencia familiar, sus empleos, etc. Que no tuvo hijos, casado con doña Pilar Ruigómez Ibarbia, a quien dejó viuda, tras morir de cáncer en plena actividad intelectual. La última obra publicada con carácter póstumo fue una antología de artículos de viaje que desde los países escandinavos enviaba al diario Las Provincias, de Valencia. Esta edición de "En la región de las noches blancas: Viaje a Escandinavia (Cartas de un Valenciano)" fue coordinada por el escritor Fernando Acebal.

Este archivero e investigador, Felipe-Benicio Navarro Reig, al seguirle el rastro de su obra dispersa por publicaciones periódicas, me dio la sorpresa (relativa) al encontrar en la Revista "El Campo (El campo: agricultura, jardinería y sport. Tomo III, Año IV) un artículo cuyo título es Fisiología sitiológica: la paella, es decir una pieza literaria dedicada a La Paella, precedida deFisiología, como Brillat Savarin dijo del Gusto, y nuestro escritor dijo gastronómica, sigficado parecido a sitiológica. Todo esto se explica en mi libro, y lo que ahora resalto es que ese escrito dedicado a La Paella, todavía me incentivó a saber más y seguir buscando. Naturalmente en el artículo se describe literariamente un elogio del plato y también la receta tal como era conocida por él en 1879. Todo un documento fundamental. En aquel tiempo y con la emoción de haber encontrado para mi ese artículo quise difundirlo, y lo hice en internet. Posteriormente lo bajé porque, mes tras mes, encontraba nuevos documentos y ya empecé a pensar en preparar una obra de más envergadura.

A este respecto quiero recordar que tengo un amigo, Sebastián Damunt, cocinero como su padre, escritor y biliógrafo mantenedor de la gran biblioteca heredada, además de incrementarla dia tras día, que tuvo el acierto de mantener ese breve escrito colgado en una de sus páginas de internet por su arte, cosa que ahora le digo que me gustó y se lo agradezco. Era un artículo publicado en la Revista de la Mutua de Accidentes de Zaragoza, de gran tirada y accesible gratuitamente en sus oficinas por toda España, que me propinó muchas relaciones de lectores a quienes el tema les interesó. Era el año 2001.

Aquí les dejo con la referencia de este gran bibliotecario gracias a quien podemos conocer un libro no fácil de leer como el Arte Cisoria, y que en la prensa y otros escritos, estuviera donde estuviera, daba crédito de su valencianismo, aportando documentación de primera mano, bien trabajada, como no podía ser menos de tan gran archivero y bibliotecario entregado.

La fotografía a color, que también recuperé del olvido, en 2007, de la galería de retratos del Ateneo de Madrid, la  publico con satisfacción, porque, además, cuando me dirigí interesándome por ella, encontré todo tipo de facilidades del departamento de Inventario del Ateneo de Madrid en la persona de Alfonso Herrán, quien gestionó la reglamentaria  autorización. Muy reconocido por ello, hoy la pueden ver en color, pues en la Biografía de la Paella estaba en b/n, y se darán cuenta que merece restauración, cosa que, espero, se hará dada la importancia de este ateneísta. El autor del retrato es el pintor alicantino Ricardo Navarrete y Fos (Alcoy, 1834 - Madrid, 1909).
Cabecera de la revista El Campo, como muestra de los grabados que se encuentra en su interior


SOBRE LA PAELLA (III)

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Así las cosas... he de decir aquí algo que quería escribir en otro sitio, en el blog de Paco Alonso, en El Mundo. Resulta que en twitter me dedicó unas palabras poco amables. No obstante, entré a comentar en su blog y con la misma actitud de compartir le solicitaba que aclarase, a mi y a sus lectores, la documentación  de las afirmaciones que hacía al principio de su post, tan rotundas como interesantes si eran ciertas. Paco Alonso escribió de mi que yo le había tratado de indocumentado, cosa que es mentira y no está probada ya que le pedí en la red que dijera cuándo y dónde, y todavía no ha contestado. Para colmo, alguno de sus seguidores escribieron que yo era un indocumentado. Solo faltó leer que como aragonés no tenía por qué meter las narices en la paella, y que soy de Zaragoza, (falso), y que hablara sobre los adoquines de Calatayud. Uno de un restaurante afín me escribe "no sabe con quien se está jugando los cuartos... Mañico". Ya ven, expresiones de alto nivel crítico intelectual, libre de apriorismos y con sesgos marginadores. Paco Alonso hoy ha subido un nuevo post en su sitio en El Mundo, (le hago propaganda), y no dice nada de lo que yo esperaba, es decir no ha documentado sus afirmaciones. ¿Por qué? Porque no quiere, o porque carece de documentación, no lo sé. Pues bien, para ustedes les diré lo que yo sé, a pesar de que en la edición de mi libro opté por no hablar de este documento.

En el grabado de la cabecera aparece "Nèlo el Tripero". Pertenece a la primera página de la "PRIMERA PART" de una pequeña obra de literatura de cordel escrita en caló-valenciano cuyo título es "Rahonament y Coloqui nou en el que es refereix els grans casos que li pasáren á Nèlo el Tripero, natural de Valencia, fill del carrer de Cañate, chic mólt hábil para el estúdio de la uña, en lo demés que vorá el curiós Lector en esta..." . Impreso en Valencia, Imprenta de Laborda, en la Bolsería, núm.18 (sic). Ocho páginas, en las que no consta el año de impresión. Solo conozco esta edición. No dice autor.


A este impreso pudo referirse Paco Alonso, y según parece le permitió afirmar que "La paella probablemente date del siglo XVIII, y su origen fuera la ciudad de Valencia, ya que el gremio de herreros se encontraba dentro de los muros de la ciudad. Desde el cap i casal se debió propagar rápidamente a su entorno más inmediato, L'Horta y los pueblos arroceros de la Albufera. La primera documentación donde se habla de la paella es en Rahonament y coloqui del Nèlo el Tripero, atribuido por Constantí Llombart a Pasqual Martínez i García, que lo publicó a finales del siglo XVIII." Este texto tomado de su blog citado también está en la edición de papel del pasado sábado día 15 de EL MUNDO para Valencia (página 15) en forma de artículo bajo la columna de "Paco a la Naranja", firmado por  Paco Alonso.

Como autor de la reciente obra "Biografía de la Paella" comprenderán que si a los pocos meses de sacar mi trabajo, donde ofrezco documentos para que se pueda concluir que la paella como plato elaborado aparece en el primer tercio del siglo XIX, una afirmación tan contundente por Paco Alonso, en soportes muy públicos, requieren análisis sobre todo para no contribuir a la confusión, por aquello de que una receta cuanta más antiguedad tenga en su historia, mejor que mejor.

¿Por qué les entretengo en esto? Porque si esto es cierto, como se da como probable, que naciera la paella en el centro de la ciudad o que se propagara por los pueblos arroceros de la Albufera, no sería algo demasiado relevante. Pero si tales comentarios pueden sostener la afirmación de que La paella probablemente date del siglo XVIII, y que la primera documentación donde se habla de la paella es en Nèlo el Tripero, todo adquiere un interés mucho más grande. Siempre que se esté hablando de la paella como guiso elaborado, en la forma ortodoxa como se entronizó acertadamente como un gran plato a lo largo de la primera mitad del siglo XIX.

Les voy a decir algo, aunque pueda equivocarme, en cuyo caso corregiré públicamente, ya que estoy convencido que de la discusión nace el conocimiento. El referido Constantí Llombart (1848-1893) escribió Obres festives: compostes segons antiga, general y molt raonable tradició / pel pare Francesc Mulet ; reunides y publicades per primera vegada, ab los únichs apunts biogràfics que del autor fins ara se coneixen per en Constantí Llombart”. Es obra de Mulet, responsable de la edición Llompar, y editor el librero Françesc Aguilar. La obra data de 1876.Esta obra lleva un apéndice: "Un altre poeta", con la obra: "Nelo el Tripero" de Pasqual Martínez Garcia (1772-1830 ?).  Supongo que Paco Alonso se refiere a este título, en cuanto que la obra de "Nelo el Tripero" queda atribuida en el apéndice a Pasqual Martínez Garcia, escritor de literatura de cordel, género muy desarrollado precisamente en Valencia los siglos XVIII y XIX. Además, obra muy interesante para el estudio del léxico caló. Pero no puedo alargarme. Dicha obra, si diera fundamento para afirmar que es la "primera documentación donde se habla de la Paella es en "Rahonament y coloqui del Nèlo el Tripero", el referido Martínez García en el contexto de literatura de pícaros, como lo es Nèlo, sería una referencia definitiva.

Pero no se sabe en qué año se dio a la imprenta tal obrita, según la cita que he dado del título completo, tomado de la pulicación que conozco  exenta, no en el apéndice citado. La obra que yo conozco aparece de ocho páginas, en verso a dos columnas por página y dividida en dos partes. Ya ha habido algún archivo que la data ca. (al rededor) 1840. Pero, no obstante, habrá que recurrir a criterios internos de la obra, y al análisis de las obras impresas la Imprenta Laborda. Según la Biblioteca Nacional de España, "María Teresa Laborda y Devis, hija de Agustín Laborda (1819-1825), activa desde 1819 aproximadamente, regentó el establecimiento situado en la calle Bolsería, nº 24 desde el año en que murió su madre, Vicenta Devis, viuda de Agustín Laborda, también impresora. En sus obras se encuentran los pies de imprenta “Imprenta de Laborda”, “Por la Hija de Laborda” o “Hija de Agustín Laborda”. Debió fallecer alrededor del año 1830, año en el que heredó el negocio su sobrino Agustín Laborda y Galve." La obra pudo ser impresa por el padre antes de 1800 porque el impresor lo es desde mediados del siglo XVIII, pero el supuesto autor nació en 1772, y tuvo que escribirlo antes de cumplir los 28 años, que es posible. Pero como vive hasta 1830, por la tipografía y el léxico es por lo que los algunos bibliotecarios lo datan en el siglo XIX.

Si a Paco Alonso, como dice, no le gusta mi "Biografía de la Paella" y la documentación aportada, es su problema, pero no dejaré que él la critique sin argumento alguno. Que conste que he tenido muy buenas y razonadas críticas por periodistas de más fuste, en Valencia, y que la presenté abiertamente en la Feria del Libro de Valencia (2012), acompañado de Antonio Vergara, Josep Piera, Clara Millo y Antonio Vidal. Comprenderán que he de estar abierto a nuevos datos o investigaciones, dado el esfuerzo ya realizado en mi obra.
De izquierda. a derecha.  José-María Pisa, Antonio Vergara,
Josep Piera, Clara MIllo, y Antonio Vidal

Como he dicho sería una referencia definitiva si en Nelo el Tripero se refiriera a la paella como plato, pero mi opinión es que solo habla de paella, como sartén, como en tantos recetarios del tiempo y mucho más antiguos se refieren a paella como sartén. Por cierto que el texto en Nelo el Tripero, en las primeras dos columnas de versos donde el pícaro se define a sí mismo, es tan breve como estos cuatro versos: "La paella? otra que tal; pera arrancarli els menuts/sense eixirmen mascarat,/sempre he segut el asombro."

Mis lectores habituales me disculparán de este aparente "embrollo",  motivado sobre todo para no pasar por indocumentado, aun cuando no aporte ahora nada mejor que no estuviera ya en la "Biografía de la Paella". Pero cuando uno es objeto de lo que ya les he contado, lo que para otros sería mejor "oídos sordos a palabras necias", en tratándose de la Paella cuya historia verdadera creo que se está gestando desde que salió mi libro (yo sigo), procuraré mientras pueda salvaguardarla de afirmaciones gratuitas que no aportan nada. Ojalá haya muchos investigadores que aporten!!

Espero a la puerta, sentado, mientras camina mi vaqueta con la sartén a sus espaldas, según la ideó mi amigo y premiado ilustrador Isidro Ferrer.

SOBRE LA PAELLA ( y IV) Y ALGÚN COMENTARIO

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Estas alas blancas representan a una Paella que volando, según el guión de Azcona, realiza un viaje singular hasta Roma. Aprovecho la imagen para advertir que  la Paella está en tal peligro (de extinción?) que la lleva el aire como si fuera una veleta que se mueve por los intereses de numerosos y nada concordantes dioses menores del viento. Soplan y soplan  hasta quedar exhaustos tratando de llevarla al territorio propio. Intereses, nada desinteresados. Nada culturales.

Termino esta miniserie Sobre la Paella. Lo importante es que lean el libro y que cada uno opine como crea conveniente. Un soneto nunca puede ser una sucesión de pareados. 

No obstante, les invito a que lean estas líneas de mi  "Biografía de la Paella" por si les invitan a la reflexión: 

No sé si será una intuición, pero me parece que la paella se convertirá en un paradigma de lo que paralelamente haya ocurrido con la cocina española en general. Tal vez ahora mismo también lo sea. No sé si eso será bueno o malo, y menos desde el punto de vista de una ética social, pero sí que es posible que, si la paella se ha «camaleonizado» a lo largo y ancho del mundo, la explicación del por qué será compleja, y buscar responsables podrá ser difícil, y hasta inútil, tal vez. Pero una explicación y unos agentes sociales tendrá que haberlos. Hay cosas que ocurren por dejación. En muchas ocasiones yo recurro a esa justificación ante la dificultad de interpretar ciertos resultados en la evolución de algunas cocinas territoriales. En consecuencia con lo que dije sobre el patrimonio, los legatarios de la herencia culinaria y cultural que supone la paella, no parece que hayan cuidado bien, y menos acrecentado, los talentos recibidos. Como quien recibe una casa en herencia parece que han permitido que se vaya deteriorando hasta convertirse en una ruina. ¿La paella es ahora mismo un legado ruinoso? Pero, ¿quiénes son los legatarios?

Voy buscando para mí mismo una, o varias respuestas. Al hablar de territorios culinarios, nadie se puede conducir con las divisiones administrativas tal como en su día se adoptó la propuesta de Javier de Burgos (1833), o con la división en Comunidades Autónomas siguiendo la vigente Constitución Española. Las fronteras de los territorios culinarios son leves y frágiles, y son los historiadores y los antropólogos, entre otros,  los que nos ayudan con sus investigaciones y trabajos de campo a determinar y poner marcas con mojones, más o menos precisos.

El historiador Massimo Montanari (2010) dice que las cocinas regionales son una invención que responde a intereses políticos, comerciales, turísiticos. No culturales. Y que si los intereses políticos se superponen al hecho cultural pueden transformar la imagen de la cocina. Así entiendo yo su discurso y así lo comparto, porque también estoy convencido que, aun hablando él de la cocina italiana en el caso del texto referido, para mi se puede trasladar a España. Hay demasiada política en la cocina, como se ve en eventos, ferias  y concursos financiados por dinero público, cuando, sin embargo, lo que han de cuidar los gobiernos turnantes, como es la enseñanza reglada de la cocina, está prácticamente abandonado. Y la promoción de las cocinas propias de cada uno, las locales, no se valoran. En la cocina como fenómeno cultural hace falta más sociedad civil. 

Cuanto más se estudia lo que, para entendernos, podemos llamar cocina nacional, resulta más fácil pensar en un mosáico de cocinas en unos concretos territorios culinarios. Todo esto conseguiría que no se dieran las manifiestas desigualdades entre territorios y comunidades, ni atribuir a una "cocina de un determinado espacio administrativo" el poder identitario que algunos le conceden. Sobre todo cuando se consumen enormes presupuestos financiados por los correspondientes ayuntamientos y/o departementos de Turismo de los Gobiernos Regionales: Véase FITUR y otras ferias nacionales e internacionales, a modo de ejemplo. O lo que se invierte en la moda de las MARCAS.

Todo requiere mucho trabajo. Así lo vio Julio Alvar cuando estudió el Azafrán en Monreal del Campo.





SANTIAGO DE COMPOSTELA. CURSO DE VERANO EN 1997 (I)

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Curso de Verano "Antropología e Historia de la alimentación" En el centro de la fotografía
el profesor de la Universidad de Santiago Xavier Castro Pérez a su derecha, el profesor de la
Universidad de Münster, Hans-Jürgen Teuteberg, y a su izquierda el gran historiador Jean-Louis
Flandrin. (Como otras veces, a mi foto le falta mejor enfoque, pero el testimonio es de gran valor)

Preludio. Estos pasados días toda España ha recordado el fallecimiento en 1997 de Miguel Ángel Blanco, tras ser tiroteado en la cabeza por la ETA. Cada año en su aniversario me viene a la memoria que ese día viajaba en coche con mi hijo Juan a Galicia. Con el corazón en un puño escuchábamos la radio para estar informados. Precisamente cuando la luz del horizonte cambia para sentir que nos dirigimos hacia el Atlántico llegó la desgarradora noticia. No teníamos otra distracción que ver las obras de lo que sería la autopista actual. Íbamos bastante despacio. Gran dolor. Todavía hoy me pregunto qué necesitamos más los españoles para vivir de otro modo. Nosotros íbamos a trabajar. A visitar las librerías y los distribuidores. España va mal, y el libro y la cultura muy mal. En la madrugada del día 13 de julio falleció Miguel Ángel Blanco, tras vivir unas horas en estado crítico. Con sinceridad, habíamos viajado el fín de semana para disfrutar un poco de Galicia, pero de alguna manera el corazón quedó afectado. Como luego se verá, fuimos directamente a Bouzas/Vigo, nos alojamos y esperamos al lunes para empezar la tarea. 


Así pues el lunes 14 de julio comenzamos nuestra viaje de trabajo en Galicia. Llegamos a Bouzas ya que, como muchos sabrán, ahí falleció en agosto de 1897 Ángel Muro Goiri. Bouzas era entonces mucho más que un simple barrio de Vigo que ahora tras la ampliación del puerto se ha dejado en casi nada. Todavía se pueden ver portadas de almacenes donde se preparaba el pescado que traían de la mar hasta doscientas parejas que a veces llegaron a salir. Un rincón encantador. Mantiene su parroquia, y pasamos a saludar al párroco, don Luis Herrero. Nos dice que los libros de fallecimientos están en el Archivo Diocesano. Por lo tanto tuvimos que ir a Tuy, la sede espiscopal. Como los datos eran muy precisos, el archivero encontró rápidamenter la página donde se podía leer la siguiente partida de defunción




Lo más estricto de la información que da el acta de defunción ya me era conocido. Desde que se conoció su muerte las agencias divulgaron que había fallecido en Bouzas, incluso que fue por enfermedad, el socorrido “colico miserere”. Pero el Acta dice algo más, los nombres de los padres, por lo que su segundo apellido, “Goiri”, está certificado. Natural y vecino de Madrid, con residencia en Bouzas. Llevaba bastante tiempo, y había llegado como otros veranos anteriores a pasar una temporada, para cuidar su salud.

Lo que encuentro interesante es que el párroco sabe que Ángel Muro no ha dejado testamento, y que cuando le avisan de su situación límite aún vive, pero no le administra los santos sacramentos, ni siquiera la extremaunción. Solamente la Absolución sub conditione. ¿Qué quiere decir esto? Pues que Ángel Muro vivía “en pecado”, ya que estando casado, aunque separado de su esposa que vivía en París desde 1875 -la cual de momento ni se enteró de su muerte-, vivía con una joven con la que esperaba un hijo, que precisamente nació el mismo día que él murió. Fue una niña, y su madre la bautizó en Bouzas el 22 de agosto, lo que consta en la Parroquia de San Miguel, con el nombre de Adelina Barberá Pérez, con los apellidos de la madre, Dolores, hija de Matías y Dolores. ¡Qué tiempos aquellos!..., para llegar a nuestros días donde se puede dar la extremaunción a alguien que yace frío y tieso, por un qué dirán, y también a quien, casado, y estando vivo, aun a sabiendas que vive con su amante, sus deudos le proporcionan todos los santos sacramentos y la bendición papal. Ángel Muro se fue con solo una “absolución bajo la condición” de que se hubiera arrepentido de sus pecados. El entierro, no obstante se celebró con dignidad gracias al empeño de los periodistas colegas y amigos. Yace en una fosa común. España negra. Su pareja/esposa/madre de su hija en paradero desconocido y de la hija nunca más se supo.


De este modo conseguimos el primer objetivo de nuestro viaje. Ahora les quiero dar cuenta de que el siguiente objetivo era Santiago de Compostela, con la ilusión de asistir en lo que me fuera posible al Curso de Verano, "Antropología e historia de la alimentación", que en dicha Universidad había programado el profesor de Historia Contemporánea Xavier Castro Pérez. Algo excepcional, que yo necesitaba como confirmación de la línea que llevaba nuestro sello editorial, La Val de Onsera, ya que concurrían en este Curso doctísimas personas e investigadores a las que solo conocía por sus libros. Un verdadero bautismo. Tal vez esta va a ser la primera crónica que muchos van a poder conocer.


Por no alargarme seguiré otro día. Pronto.

LOS RESTAURANTES, ALEJADOS DE LOS MONDONGOS

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Dibujo de Julio Alvar etnólogo y etnógrafo, pintor, dibujante muy reconocido
sobre todo por sus dibujos etnográficos
El Diccionario de la Real Academia es preciso a la hora de  definir matacía, aunque se refiere a Argentina. En Aragón es el término más normal para definir la tradicional matanza del cerdo. Menos atinada está el DRAE al definir "mondongo", aunque la tercera acepción de "presente" (obsequio, regalo que alguien da a otra persona en señal de reconocimiento o de afecto) nos encaja de lleno con lo que voy a comentar.

Estamos en tiempos de “matacía” o matapuerco. Es la hora de matar al cerdo, al “amo”, a quien se ha cuidado con primor para que llene la despensa durante el resto del año. La matacía supone todo un ritual de gestos y técnicas heredadas, y ese conjunto de maneras y creencias en nuestros pueblos se llama MONDONGO, hasta el punto que si vienen señoras de otros pueblos especializadas en esas tareas se les dice “mondongueras”. Una vez que cada cual ha cumplido su papel, con el ”guarro” colgado y oreándose, recogida su sangre, las mondongueras trabajan con afán.


Con las primeras elaboraciones tiene lugar el intercambio entre familias y amigos, (incluidos el cura, el maestro, el médico). El intercambio consiste en llevar algo de obsequio, un gesto ritual, que mantiene lazos de afecto, entre quienes dan y reciben EL PRESENTE.

La foto que precede es lo que he compartido de un PRESENTE que recibió mi hermano, unas pocas bolas o tortetas, morcilla de arroz y sangre, butifarra, y un detalle que no tiene qué ver con el mondongo. Traigo esta anécdota porque quienes quieran conocer estas costumbres, antropólogos o no, las diferencias de elaboración delatan territorios, y la combinación de ingredientes también. 

Advierto que es difícil que los restaurantes entren, lamentablemente, en estas lides. Sin embargo seguiré hablando de la mucha cocina que originan y que hoy está totalmente abandonada. Lo siento, amigos cocineros, pero en vuestras mesas nos priváis de disfrutes placenteros, y no sé por qué. ¿Dónde está la cocina del "totémico" cerdo en la cocina pública?



ÓSCAR VELASCO Y "LOS GURÚS"

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Vista nocturna de la BODEGA BLECUA
Dentro de los  muros de esta casa, en horas donde el ambiente era apacible, sereno, bien iluminado por el sol, como ya he contado hace unos días, he tenido una gran experiencia gastronómica con ocasión de los “Días de Vino y Trufas” de la BODEGA BLECUA. Ya comenté que presenté a Óscar Velasco ante los comensales. Tenía preparada una presentación breve, “academicista”, es un decir, normalizada para añadir al final unas palabras de afecto y otras de agradecimiento por haber venido al Somontano y traernos su cocina a unos pocos privilegiados. Pero me rompió los esquemas la relectura de un artículo, laudatorio por lo demás de la cocina de Oscar Velasco, en el que descubría yo la existencia de un inconsciente traicionero (creo que lo tenemos todos) y decía que Óscar “ya es considerado por los gurús de la buena mesa el mejor de Madrid” (tal cual, escrito en Madrid a 31 de enero de 2013), hasta el punto que me referí a ello en la presentación. Lo de traicionero viene a cuento porque el “ya” con que comienza la frase le da inmediatez a la referencia que se hace de los “gurús de la buena mesa”. Hago cuentas sobre la vida de Óscar y deduzco que cuando Óscar Velasco todavía no tiene cuarenta años, y tras terminar su formación académica (1995), haber peregrinado por los mejores restaurantes de España, seis meses en Zalacaín, veintidós meses con Martín Berasátegui, veintisiete meses con Santi Santamaría, y desde marzo del 2001, que inaugura como Jefe de cocina el Santceloni de Madrid, o sea pronto hará doscientos ochenta y ocho meses, o lo que es lo mismo 12 años, ya es considerado… el mejor de Madrid. Hace años que es el mejor de Madrid. También lo es por el marco incomparable con espacios magníficos, dirigidos junto a Óscar por Abel Valverde y David Robledo. Un equipo, también, incomparable. 

Me pregunto de qué gurús hablamos, ¿de los de la Academia de Gastronomía y la Cofradía de la Buena Mesa que lo califican con tres soles y en 2007 le otorgan uno de sus Premios Nacionales; de los de la Guía Michelin que le distinguen tan apenas haber inaugurado con una estrella, (edic. 2002) y en la edición de 2004 gana merecidamente la segunda? Referencias y distinciones tiene muchas más, pero yo carezco de espacio.

Necesito compartir estas cuestiones. He aprendido mucho con el doctor Francisco Abad Alegría, neurofisiólogo y psiquiatra, particularmente con dos de sus últimos libros (2009 y 2011), donde marca líneas maestras sobre la gastronomía y culinaria españolas.  Con el doctor Abad se puede conversar como con muy pocos tengo ocasión de hacerlo, también discutir, beber, siempre “de bueno”, o disfrutar de su alargada mesa que bien podría ser la de una posada o fonda, con bancos corridos, donde siempre aparece cocina muy buena. Si la llega a conocer Pérez Galdós, habría elogiado los “peperoncicos” del cordero al chilindrón navarro. Los bancos corridos en las viejas fondas eran para comer juntos según llegaban los arrieros, por ejemplo. Ahora los arrieros amigos llegamos previa cita y reserva. El doctor Abad en las páginas 133 y 134 de la obra que aparece en la imagen invita a unas reflexiones, como final de un capítulo, y dice: “¿Se está edificando la cocina y gastronomía nacional a finales del siglo (veinte) sobre una montaña de tinta seca de imprenta y papel-prensa o lo hace sobre un progreso de reflexión e innovación pausado y natural en relación con el aumento de riqueza? ¿Hay artificiosidad en crear figuras de la cocina, gurús (no me gusta la palabra, porque implica sumisión escolástica, pero es muy plástica en las concepciones actuales) a base de prensa?”

Sigo con  la cuestión de los gurús, tras buscar apoyo en la obra de Abad Alegría. Como a él, no me gusta nada ese término, pero en mi archivo de trabajo encuentro que en los últimos años ha sido de aplicación general y continua, tanto referida a personas que escriben en medios de influencia, como a cocineros de gran proyección. Lejos del significado que tiene para los hinduistas, en nuestro diccionario se toma como “maestro o guía espiritual, o a quien se le reconoce autoridad intelectual”. En este sentido riguroso sinceramente no creo que, a no ser por una total banalización del sentido de la palabra, se pueda encontrar ahora mismo ningún gurú ni entre intelectuales ni entre cocineros dignos de tal nombre. Lo señalo para que no les extrañe mi afirmación que, desde el principio de este post, les digo que es un asunto que me está atormentando. Dos ejemplos entre muchos. Con ocasión de la intervención de Ferran Adrià en el film Ratatouille, se escribe “Ha sido tal el nivel de preparación de esta película que hasta Ferran Adrià, uno de nuestros gurús culinarios, ha formado parte de la historia”. En otro caso Caius Apicius se refiere a los “cocineros, sean los grandes Gurús de la profesión o el más humilde tabernero” etc. Corto la cita porque el acertado contexto donde se halla es largo y me interesa la frase como tal y la firma de Cristino Álvarez. Parece que es un asunto y título que con carácter privativo se refiere a los mismos cocineros, a los grandes, no a los plebeyos por buena cocina que hagan.

Óscar preparando el postre de trufa
Tras él aparece su esposa, Montse,
jefe de pastelería del restaurante Santceloni
Foto de Antonio Lachós
No me lo puedo creer. Creía yo mismo que se podían referir a pensadores del estilo de J.-F. Revel “a la española”. Con lo que veo que me estoy cerrando el camino. Porque creo que, de haber gurús en el sector culinario español, aun en sentido muy lato, tendría yo que haberme enterado. Perdón por la inmodestia. Aunque también puede ocurrir que los libros citados, y otros, vayan creando subrepticiamente un caldo de cultivo, una reacción silenciosa, un discurso de base, entre gentes bien pensantes que se refugian en el “poético silencio”. Pero siguiendo al arquitecto e investigador Carlos Martí Arís, en “Silencios elocuentes” (2007) me atrevo a opinar que quienes cultivan la poética del silencio tienen la capacidad de interpretar, por ejemplo, la realidad caótica y huidiza de nuestra época. Son maestros en el cultivo de las artes que con autoridad tienen la capacidad de rechazar el arte “entendido como una histérica agresión a los sentidos que la pseudo-cultura mediática promueve”. Parafraseo y digo, si existieran los “gurús culinarios” se harían bien reconocibles cuando al acercarse al arte culinario lo hicieran “como contemplación, como introspección destinada a desvelar el misterio del mundo”. Me doy cuenta. Demasiada filosofía. Pero si no es eso, “lo otro” es cruel. Otros silencios para mi serían abominables. Porque entonces podría ser que en la culinaria española hubiera grupos de cocineros que tienen poder de agredir y promover una pseudocultura mediática. Esto es terrible. Ni siquiera sé si tiene que ver con la crueldad de los “mercados”, que lo son, difuminados e intangibles por las nubes cibernéticas, mientras que en el caso culinario sería algo próximo, visible, como la llamada violencia de género que descarnadamente se muestra todos los días en las TV, "como plato del día". Otra vez vuelvo a Goya, ya septuagenario. Cuando pinta a Saturno, lo entiendo mejor como Chronos, como dueño del paso del tiempo, capaz de devorar al hijo recién nacido para que no llegue a destronarle. No sé si se nota que no creo en que los problemas que tiene la cocina española, como fenómeno de gran alcance social,  no vienen de la "crisis", como tampoco las violencias de género, ni el fracasado capitalismo financiero.

Se dice en el artículo citado que Oscar Velasco “es el chef menos mediático de la generación de jóvenes maestros de los fogones que ha elevado la cocina española a la cima de la gastronomía mundial”. Hace falta tener conocimientos bien fundados para tal afirmación. Me gustaría saber quiénes forman ese grupo de jóvenes maestros, para entender por qué es el menos mediático. He dejado esta cita para el final, precedida de mis preocupadas intenciones.


Óscar en la tertulia de sobremesa.
A su lado, Amparo Cuéllar quien cuida la imagen
y organización de estos famosos Días de Vino y Trufas
Esta vez la foto es mía
He tenido la suerte conversar bastante con Óscar Velasco. No es tímido. Tiene una conversación abundante, y transmite mucha confianza. Incapaz de engañar, ni con los géneros de su cocina, ni con torticeras intenciones. Su rostro le delataría. Al final del convite de la BODEGA BLECUA, compartió una breve tertulia con los comensales, hasta el final. Quiero decir que no escatimó tiempo para atender hasta el último comensal que dejaba la mesa para regresar a su casa.

Nota: Pido disculpas a Óscar Velasco si he abusado de él al tomarlo como coprotagonista de estas reflexiones, y también a Tatiana Ferrandis, quien firma en el diario LA RAZÓN, el artículo que es de obligación leerlo completo y que yo he utilizado como pretexto. He escrito estas notas esta mañana, todavía sorprendido y ya intrigado por saber cómo va a conducir la iglesia el Papa Francisco, del que se reseña que se cocinaba su propia comida, y al parecer no era asiduo de los restaurantes. Pero esta mañana lluviosa y a ratos soleada, en Zaragoza, no la hubiera pasado tan bien sin la reincidente compañía de Wynton Marsalis y estos, precisamente estos, 52 minutos.

MAHONESA LA GRAN SALSA FRÍA (1)

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Tazón de SALSA MAHONESA, para compartir,
sobre la mesa en la que celebramos la comida de trabajo el día diez de mayo
en Mongofra

El pasado sábado día 10, estuvimos reunidos en Mongofra, Mahón, un grupo de trabajo para quienes es indicutible que está  claro y probado que la denominación MAHONESA también corresponde a la salsa que con aceite, yema de huevo, sal, vinagre, y otros posibles ingredientes, a base de ligarlos entre sí batiendo sin cesar, hasta que se forma una salsa espesa y que crece maravillosamente según se le va echando un hilo de aceite, hasta conseguir una verdadera emulsión estable. Lo que no quiere decir que no se suscitaran nuevas líneas de trabajo.

La relación con Mahón es bastante clara y viene siendo atribuida a la estancia del mariscal Richelieu en Menorca con ocasión de haber arrebatado a los ingleses el puerto estratégico de Mahón (1767), y seguir gobernando como de su propiedad unos cuantos años.

¿Hasta dónde queda probado? Por ahora la narración de unos hechos ocurridos, sin detallar lugar y fecha, corresponde a la que se lee en el diario LA EPOCA,31 XIIde 1880, de Madrid y que dice así:

[Un cronista parisiense da los siguientes detalles sobre el origen de la salsa mayonesa.
“Hay que advertir ante todo que quien pide una mayonesa de langosta o de pollo comete un error. No hay tal salsa mayonesa. Debe decirse mahonesa y he aquí por qué.
Después de la batalla de Mahón el mariscal Richelieu, que mandaba las fuerzas francesas, rendido de cansancio y de hambre encuentra en su camino una hospedería, y penetra en ella.
El mariscal ordena que se le dé de comer inmediatamente.
El cocinero, con el aire más compungido del mundo, se presenta y le dice al mariscal que no hay nada qué comer, y que le es imposible complacerle.
—Pero ¡desdichado!— le dice Richelieu:-, ¿no ves que me estoy muriendo de hambre? Dame lo que quieras, cualquier cosa, las sobras que hayan dejado los demás pasajeros.
Después de algunos minutos se servía al mariscal un plato de carne fría guisada con una exquisita salsa que el famélico batallador paladeó con delicia, llamando al cocinero como el público llama al autor en las obras que le parecen bien, y entablándose entre los dos el siguiente diálogo:
—¿Cómo me dijiste que no podías darme nada de comer? ¡Este plato es excelente!
—La bondad del señor mariscal me confunde. Usando de su licencia, he aprovechado las sobras halladas en la cocina, procurando prestarles algún atractivo con una sencilla salsa de huevo.
—Tu salsa es una obra maestra que merece pasar a la posteridad. Es menester darle un nombre.
—Si el señor mariscal lo permite, la llamaremos salsa mahonesa.
El mariscal recompensó generosamente al ingenioso cocinero y le pidió la receta de su salsa, que pronto fue conocida y popular en Francia.
Tal es el origen verdadero de la salsa mayonesa, llamado así por un capricho del uso, tirano del lenguaje.”]

No aparece firmante alguno de esta crónica. Pertenece a una sección titulada NOTICIAS GENERALES, en la que aparecen muchas de ellas, desde luego para mi, de obligada lectura.

La publicación de este texto tiene para mí un gran valor ya que, hasta ahora, es el primero respecto a otras narraciones más o menos parecidas de las que vienen dando cuenta de la comida del mariscal en un lugar sin determinar, ni día, ni hora, en torno a 1767. De modo que cobra valor aquella narración que se acerque más a los hechos contados, como son los relativos al duque de Richelieu y Mahón. Por tanto de inmediato habrá que encontrar la narración francesa que el redactor del diario  "La Época" parece traducir de un original francés.

Tiene gran verosimilitud el asunto ya que cuando Felipe-Benicio Navarro Reig, [gran bibliotecario y archivero, historiador, de enorme valor sus apreciaciones como he demostrado en la "Biografía de la Paella”] acude a una de las convocatorias que hacía el Dr. Thebussem en la Huerta de la Cigarra en Medina Sidonia, y que quedan recogidas en la obra“Segunda Ristra de Ajos”, ahí, el insigne archivero valenciano afirma claramente que la “salsa mayonesa, Mahonesa debería decirse”, se relaciona con el mariscal Richelieu y la batalla de Mahón. Para ello recurre al testimonio de un francés de nombre M. de Veyrant, “a quien remito al que no me crea”. Este capítulo lo firma F.B Navarro Reig en febrero de 1885. Veyrant (sic) sigue sin ser identificado.

Es fácil concluir que otras narraciones posteriores lo único que hacen es continuar esta tradición, al menos oral, ya veremos si documental también, como escriben diferentes autores a partir de Lorenzo Lafuente Vanrrell en su artículo de 1914 en la Revista de Menorca, tomo IX.

Expuesta y razonada esta documentación que se origina en mi trabajo sobre “La Salsa Mahonesa antes y después de Teodoro Bardají” , Huesca, 1999, fue aceptada por el grupo de especialistas, --de lo que se prepara un documento que da cuenta de ello--, en la reunión celebrada en el “Lloc”, o finca, que la Fundacio Rubió Tudurí posee en Mongofra, donde de vez en cuando acoge encuentros bajo el título de “Diàlegs a Mongofra”. Así fue en esta ocasión el pasado 10 de Mayo, bajo la iniciativa del “Centre d’Estudis Gastrònomics Menorca”  y la asociación “Fra Roger”.

Vista parcial de la fachada de Mongofra
propiedad de la Fundacio Rubió Tudurí donde tuvo lugar la citada reunión,

MAHONESA LA GRAN SALSA FRÍA (2)

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Imagen de la portada del opúsculo citado en este post,
cedida para esta ocasión por el bibliógrafo,
cocinero y buen amigo bardajinianio,
Sebastián Damunt, desde la costa del Mar Menor.
Estoy dando a la luz unas notas de carácter diferente, aunque complementario, a las que ya publiqué en este blog los días 12 y 24 de abril de 2013  con el fin de colaborar en la explicitación de cuanto se viene dando a conocer sobre nuestro encuentro en Mongofra, Mahón, los pasado 9 y 10 de mayo de 2014, con los grupos de Fra Roger. Gastronomía y Cultura y Centre d'Estudis Gastronòmics de Menorca.

Hoy me refiero al importante papel que juega el cocinero más relevante del siglo pasado, Teodoro Bardají Mas, (1882-1858), de Binéfar (Huesca), por su cultura, por su magisterio y reconocimiento entre los cocineros de oficio, y por algunos de los más conspicuos gastrónomos. Con lo que digo que todavía faltan cocineros y gentes de pluma que han de conocer a fondo la figura de Bardají si de verdad creen en sus respectivos oficios.

Teodoro Bardají ya escribió en su obra “Índice Culinario”, Madrid, 1915, “Esta salsa originaria de Mahón, debiera llamarse “mahonesa”, pero es tal el arraigo de la palabra”mayonesa” en todos los pueblos, que transigimos con ella a sabiendas de que ayudamos, --aunque modestamnte— a perpetuar un error”. Y sigue describiendo el modo de hacer la salsa.

No obstante, poco le duró este modo de resignación ya que en los años veinte le encontramos sumido en una verdadera cruzada o defensa de la españolidad de la salsa MAHONESA, tanto de su origen como de la palabra con la que se le ha de llamar. Todo eso le llevará a publicar, en 1928, un opúsculo en el que recoge lo más interesante de cuantas personas intervinieron en la polémica así como algún detalle de la bibliografía, para él, más esencial, como correspondía a su alto nivel cultural y a la riqueza de su biblioteca personal.

El libro, bajo el título “La salsa Mahonesa. Recopilación de opiniones acerca del nombre tan discutido de esta salsa fría seguido de unas notas de la Exposición culinaria de 1925 en Madrid, ordenadas y publicadas por Teodoro Bardají”(Madrid, Imprenta de Julián Peña, 1928), da comienzo con este texto:
[“Dedicatoria: A todos los cocineros españoles, y muy especialmente a los que tienen el deber de redactar listas de comidas, dedico esta pequeña recopilación, rogándoles que siempre que tengan que escribir el nombre de la salsa, mal llamada ‘Mayonesa’, escriban MAHONESA por ser éste su verdadero nombre y por ser nosotros los cocineros españoles, los que debemos sostenerlo así y popularizarlo por patriotismo y ley de justicia. Mil gracias a todosdevuestro compañero, T.B.”]

A lo largo de las páginas Teodoro Bardají, tras ofrecer su visión histórica desde el “Llibre de sent Sovi”, llega a trascribir o referir cuantos documentos se han publicado en la polémica entre profesionales y literatos, sobre todo en la prensa diaria o en las publicaciones profesionales de los cocineros. Tiene muy en cuenta a las obras francesas, Viard, Favre, Carême, Paul Revoux, etc. Demuestra por las citas y transcripciones que ofrece, que conoce la obra de Dr. Tehbussem, “Segunda ristra de ajos” a la que me referí en el anterior post, de donde toma argumentos de “el menor pinche de todos”, es decir, de Felipe-Benicio Navarro. También habla de Ángel Muro y su “Conferencia” de 1890, sin referirse al poema transcrito que más adelante protagonizará otros debates.

De Ángel Muro dice algo parecido a lo que refiere en otras ocasiones, que “es el escritor que más se dedicó a los asuntos culinarios, y, si bien como cocinero deja bastante que desear, en cambio, como erudito merece nuestros respetos”.

La conclusión a la que llega Teodoro Bardají se ciñe expresamente a confirmar la españolidad de la salsa, por lo que su nombre es Mahonesa. Es a “el cocinero” de Richelieu a quien le atribuye el refinamiento de la salsa al liberarla de los ajos con lo que tradicionalmente se hacía en España. Con el grupo de “Diàlegs de Mongofra” seguimos trabajando en reconstruir la posible historia que nos ha de unir desde 1880 hasta la época más vecina con la conquista de Mahón en 1767.

 Con esto quiero decir que si Josep Pla, o luego Camilo-José Cela hubieran conocido, o hubieran dado crédito, al libro de Teodoro Bardají su discurso hubiera tomado otros cauces, en mi opinión, y la confusión reinante no hubiera llegado tan lejos, y menos hasta nuestros días. Por ello tras la reunión en  “Dlegs de Mongofra” es fácil concluir que habrá un antes y después. Seguiré aclarando a J. Pla y a C-J Cela.

A Bardají le apoyó denodamente un conocido escritor y periodista cual fuera Dionisio Pérez, “Post-Thebussem”, autor de la famosa “Guïa del Buen Comer español”, de lo que dejé constancia en el blog del 20 de mayo de 2013.

NOTAS SUELTAS DE UN VIAJE A MENORCA

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Detalle de la portada de  Cas Comte de Torresaura, donde se ve rostro con velo, con  "ulls clucs".
Invita a entrar con toda confianza. En la calle Mayor de Ciutadella.
Me apetece agrupar una serie de notas desperdigadas de mi reciente viaje a Menorca. Así distancio dos entregas que he de hacer sobre la Mahonesa y Josep Pla, y C.-J. Cela. Mi pequeña máquina de trabajo me ayuda en estas notas.

Naturalmente no todo fue hacer discursos sobre la Salsa Mahonesa, ya que el poco tiempo libre fue muy bien aprovechado para hacer algunas visitas, por las calles de Mahón y de Ciutadella, además de disfrutar del entorno del “Lloc”, Mongofra Nou.


Llegué al atardecer a Mahón, y antes de nada fuimos a Mongofra. La primera sorpresa fue el entorno, la naturaleza viva en el monte, y estas marismas que a un lado y otro del camino anunciaban aromas de mar. Pude ver testimonios de anteriores explotaciones de sal. Ahora solo se hacen en Fornells, en Reserva La Concepció, por Isabel Mayor y su familia, en un conjunto natural paradisíaco.

El viernes día 9, tras la conferencia de Pep Pelfort, ya anochecido, fuimos a comer y beber en el Mercado, con fondo musical de habaneras, en directo; pescaditos hábilmente fritos y servidos por un grupo de señoras que solicitaban ayuda a favor de la lucha contra el cáncer. Otras muchas delicadezas pudimos probar en el interior del Mercado, en cuya fachada una placa recuerda al arquitecto Francesc Femenias (1927). A destacar el conocido queso, por supuesto, pero la sobrassada y el negro bisbe menorquines los encontré francamente delicados, suaves, golosos. Por las mañanas pude seguir haciendo un buen aprecio de ellos pues en Mongofra se desayuna como debe ser, con el café recién hecho, el pan con tomate, el zumo recién exprimido, etc. 


Con el fondo musical de las habaneras, nos encontramos con la chef de cocina, televisiva de "Top Chef",  Elisabeth Julienne Guillén, menorquina, que pertenece también a la asociación que nos había convocado. Así lo evidencia esa instantánea, que solicitamos cual turistas, donde se nos ve con Pep Pelfort e Imma Llort, de quienes traigo conmigo un gran recuerdo y una buena amistad.

De las calles y las gentes de Mahón tengo en mi memoria numerosos detalles que no puedo resumir fácilmente. Sin prisa pero sin pausa, con la luminosidad del atardecer del único rato libre del sábado, pudimos recorrer calles, ver su tejido comercial; casas en cuyas fachadas lucen las placas que recuerdan algún arquitecto, o novelista, o naturalista, cuyo reconocimiento internacional obligan a pensar en Mahón; tiendas de ultramarinos y de productos locales seleccionados con esmero, etc. Edificios notables, como la iglesia de Santa María que presume de  poseer un gran órgano, o el Monumento al Rey de Aragón Alfonso III, coronado como todos los reyes en La Seo de Zaragoza, con la circustancia especial de que fue el obispo de Huesca quien lo hiciera. Bajo los entoldados de la Plaza Constitución y de la Plaza Conquista se ofrecían productos para degustar y adquirir en el marco de la"Feria de gastronomía tradicional de Menorca, GastroMÔ". En la conversación, a menudo, recordamos a los franciscanos de Menorca y a los de Zaragoza unidos por dos frailes cocineros Fra Roger y Juan Altamiras, y bajo el pretexto de la Salsa Mahonesa.

Conforme la luz desaparecía fuimos a dar a la zona del Puerto. Cenamos, y nos retiramos pronto, sin ganas, quedaba vida en Mahón. Pero había que madrugar. Ya el viernes, al poco tiempo de llegar a la biblioteca y sede de la Fundació Rubió y Tudurí para asistir a la conferencia de Pep Pelfort, "Unguentum digestivum, alioli bò i salsa maonesa", la señora Maria-Gràcia Segui Puntas, esposa de José-María Quintana, presidente de la Fundació Rubió Tudurí, nos propuso con entusiasmo que el domingo a primera hora podíamos embarcar para visitar la Isla del Rey, puerta de entrada del Rey Alfonso III de Aragón para emprender la conquista de Menorca el año 1287. Los avatares de la Isla han sido numerosos, pero ahora supone un gran acierto su visita desde que se hicieron cargo de su gestión los  "Amics de l'Illa de l'Hospital".

Valió la pena madrugar. Resumir la visita guiada por un miembro de los voluntarios de la Asociación que cada domingo atienden a los visitantes, es punto menos que imposible. Ahora voy a destacar unas imágenes entre tantas que tomé, de verdadero capricho. Espero que quien me siga leyendo, con toda confianza como la imagen inicial, lo dará por bueno.

Subidos a un catamarán amarillo que nos lleva a la Isla del Rey, es fácil cruzarse con alguna plataforma  con draga que trabaja para ampliar el calado en la rada menorquina.

En pocos minutos desembarcamos y formamos un grupo tras el guía que nos va a dar una inmersión total en la historia que encierran esos muros, sus salas recuperadas, etc. Desde el siglo VI a nuestros días.

Destaco como he dicho, caprichosamente, algunas imágenes de las muchas que tomé con mi máquina de trabajo. Esta corresponde a la sala de farmacia del Hospital, que, como todas, se nutre de donaciones. No sé si en 1933 España entera, de traje regional,  buscaba con la Aspirina la solución a sus conflictos .


Esto es solo un detalle de los muchos estantes farmacéuticos donde no faltaba el beleño, los venenos, que ahora cito por lo que luego comentaré.


Mi interés por los aromas y perfumes hizo que me me fijara en este rincón, como de escaparate, en el que se ve al fundador de la famosa perfumería londinense  Floris. No sabía yo que en 1730 el "ciutadellenc"Juan Femenías Floris salió de Menorca en busca de fortuna. Tras ser barbero y fabricante de peines, conoció el éxito con esa famosa fragancia. En el 89 de Jermyn Street, los aromas mediterráneos del campo y del mar de  Menorca, tras un aprendizaje en Montpellier, le dieron gran notoriedad, todavía continuada hasta hoy por sus sucesores.


La siguiente foto que comento, de selección también caprichosa pero que está muy motivada. Al pie de la foto se lee que es un retrato de doña Maria-Lluïsa Serra Belabre (Mahón,1911-1967). Es muy conocida por su profesión de bibliotecaria, archivera y arqueóloga, trabajos botánicos en Menorca, conocedora del siglo XVIII, etc. Al verla recordé que fue ella la que escribió el prólogo de la segunda edición de la obra, de sinuosa difusión desde 1923, "De Re Cibaria", de Pedro Ballester Pons. Obra fundamental en una bibllioteca ideal de gastronomía, ya que es algo más que solo recetas, es antropología social de Menorca. Escribe María-Luisa Serrra que, tanto el editor, Manuel Sintes Olives, como el autor de la obra, entroncan con el luminoso siglo XVIII menorquín en el que encabezan una larga lista el poeta Miguel de Veri, o el hombre de letras, de notable papel europerizador, Juan Ramis y Ramis (Mahón, 1746 - 1819). Termina el prólogo la doctora Serra diciendo que Pedro Ballester Pons viene a representar toda una generación que sintió como máximo imperativo  el cultivo del espíritu. Gran elogio para un libro de cocina.


Anuncio en la prensa de 1923  de la aparición de la obra del hombre de Leyes, Pedro Ballester

Otro gran personaje de la cultura con el que uno se encuntra en la visita a la Isla del Rey es Mateu Josep Bonaventura Orfila i Rotger (Mahón 1787-París1853). Al padre de la toxicología lo traigo aquí porque fue el escritor, y biliófilo, Joan Perucho quien me hizo reparar en él. En sus obras Perucho se refiere más de una vez a Orfila, y quiero destacar la imaginación de Perucho cuando escribe sobre "El sabio Orfila y la Olla Podrida", en su "Estética del Gusto".


Aquí, abajo, un recuerdo de la larga dominación inglesa. Por cierto, me dijeron que de los turistas extranjeros que llegan a la isla, son los ingleses quienes más visitan la Isla del Rey.


Para terminar esta visita, tras recorrer las salas de instrumentos y equipos de varias especialidades médicas, encima de la puerta de salida de la sala de quirófanos se lee este "consuelo" de estilo epigráfico. Las frías losas por las que pasaban tantos enfermos y fallecidos supusieron una buena clase de formación para adquirir conocimientos anatómicos y, al hacer numerosas necropsias, atisbar muchos secretos de la muerte. En este lugar la muerte ayuda felizmente a la vida, es mi traducción nada literal.


El final de la visita al Hospital termina, tras la foto de familia colgada inmediatamente en la red, en esta casa en cuyos bajos hay tienda, y, además,  sufiente espacio para obsequiar a cuantos acudimos ese domingo para un piscolabis verdaderamente generoso. Como es natural a la atención de los Voluntarios amigos del Hospital del Rey, se corresponde también " a voluntad" de quienes hemos disfrutado de su hospitalidad. En primer plano una higuera, bien cuidada, como el jardincillo donde vive.

Antes de partir hay un turno de palabras por parte de los voluntarios, y les gusta "nominar" a los visitantes de quienes han conocido alguna notoriedad. En la foto cierra el acto de despedida, por parte de los visitantes, el profesor de la Universidad de Barcelona doctor Ferran Sabaté i Casellas, profesor y coordinador de la Unidad de Historia y Ética Médica de la Universidad de Barcelona, quien también estaba invitado al encuentro sobre la Salsa Mahonesa, como historiador de la Medicina , para marcar las líneas maestras que ayuden a entender las relaciones entre medicina y cocina.

La embarcación nos dejó puntualmente, con el tiempo justo, para que Antonio Juaneda Cabrisas, secretario, nos llevara a Ciutadella para visitar la ciudad antes de comer y guiada por el antropólogo y  profesor de la Universidad de Barcelona, Jaume Mascaró Pons [uno y otro "ciutadellencs" de pro, es un decir].

Otra vez advierto la imposibilidad de hablar de tantas calles, casas decubiertas con las indicaciones magistrales de Jaume Mascaró. De mi máquina extraigo estos detalles, que se añaden al inical con que abrí este post, la monumental casa de Torre Saura.
Nuestro guía nos hace reparar en esa placa, en la espalda de un espectacular edificio,  que vale la pena leer con atención. La revolución  "septembrina", en la Menorca ya española,  dejó este testimonio evidente de su adhesión. Por cierto no sé si habrá algun recuerdo de don José-Nicolás de Azara (1730-1894), nacido en Barbuñales (Huesca), también del Somontano, y firmante por parte española del tratado de Paris.


Justo enfrente está el marcado, recoleto, Pescadería de 1895, pero que recuerda a otros de tiempo semejante. Muy bonito. Destaco su factura de hierro en recuerdo de la incipiente industria moderna de Menorca ya que a principios de la década de 1890 hicieron la obra los hermanos Pablo y Francisco Ruiz Verd, de Mahón, que desde un modesto taller llegaron a ser muy importantes con "La Maquinista Naval".

Calles y casas, como esta, estrecha, que rememora la judería, y va a dar a esa gran casa de piedra, sin pintar, cuidada,  para que el color una vez más se quede impresionado en la memoria.


Para los que nacimos con el TBO en la mano, esta placa nos recuerda a Marino Benejam i Ferrer (18901-1975), el de "La Familia Ulises"


Menorca, abierta a la actualidad más vanguardista, se puede reflejar en  este bronce en la Plaza de Artruix, justo donde hubo una de las puertas de la antigua muralla.  Ahora, acoje esta escultura fuente, muy bella con luz y agua, pero así más evidente para dar a conocer el estilo de su autora, la francesa "Laetitia Lara", con residencia en esta ciudad y muy respetada  por sus actividades. El título de la obra, creía yo, que sería el beso. pero al parecer y sobre catálogo es "El Secreto" (2006). Algunos, poco respetuosos, le dicen "Las gordas".


Cuando termina un viaje tan nuevo, tan entrañable, a una determinada edad,  ¿qué pasa? Cada día es un viaje. Esas maletas y baúles fotografiados en el Hospital de la Isla del Rey posaron para terminar estas notas.


PACIENCIA Y HUEVOS BENEDICTINOS

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The Epicurean. A Complete Treatise
of Analytical and Practical Studies
on the Culinary Art Including Table and Wine Service,
How to Prepare and Cook Dishes,
an Index for Marketing, a Great Variety of Bills of Fare
for Breakfasts, Luncheons, Dinners, Suppers, Ambigus,
Buffets, etc., and a Selection of Interesting Bills
of Fare of Delmonico's, from 1862 to 1894.
Making a Franco-American Culinary Encyclopedia.
New York: Charles Ranhofer, 1894.
Hace ya más de un año que Caius Apicius escribió un artículo ingenioso titulado "De resacas, huevos y bacalao", que se difundió por los más importanes diarios de España y Latinoamérica. Tras su lectura, tomando una frase suya como "rábano por la hojas", se me ocurrió hilvanar unas notas y enviárselas. No lo hice, puede ser que por pereza, o por no pasar por erudito. Pero hoy se las envío abiertas al público, dedicadas a él, porque es una persona ejemplar ante el dolor y la adversidad, y porque posee una pluma culta y desinteresada. También porque lo aprecio, y porque me ha felicitado hoy por el día de mi santo.

Siempre me ha resultado muy atractivo el ingenio y buen humor de Cristino Álvarez, maestro del periodismo gastronómico. Pero no es menos cierto que cuando leí entonces (y vuelvo a hacerlo hoy), ya al final del artículo, en lo relativo a los huevos “a la benedictina”, la frase “no vayan a los libros”…, aun teniendo en cuenta el contexto e intención clara y sana con que lo afirmaba, pero ante la posibilidad de que lectores poco preparados puedan entenderlo al pie de la letra y dedicarse a saber de cocina guiados solo por la televisión o por el internet boscoso y cada día más impenetrable, no me quedo tranquilo sin invitar a quienes nos puedan leer que es bueno, razonable y sano “ir a los libros”.

Como defensor de la obra de Teodoro Bardají me llega al alma que a estas alturas y en este asunto todavía no sea objeto de cita tan gran cocinero y escritor, ya que su obra está muy vigente y se encuentra en las librerías de nuevo. Ahí, en “La cocina de Ellas”, explicó con gran claridad y brevedad su receta de “Huevos a la benedictina”. Huevos que él precisa han de ser como blandos o encerados (mollets en francés) que se sirven sobre un lecho de puré de bacalao “brandade” (sic)… Se cubren con salsa crema y se salpican con un poco de trufa picada.  A todo cuanto se alude en su receta está muy bien explicado en su gran obra.

En el título hablo de la paciencia, porque me desgasto apoyando con contundencia a Teodoro Bardají. Porque tengo la certeza de que Bardají sabía muy bien de qué hablaba y en qué se fundamentaba, aunque los libros de recetas de cocina, no llevan notas a pie de página. Pero Bardají también escribía en revistas, periódicos, etc. y daba muestras de su gran biblioteca, o de sus idas y venidas a las bibliotecas. Y las consabidas estancias en el extranjero. Por ello me es fácil colegir que Teodoro Bardají sabía:

1)  Que entonces, como todavía ahora, se conocía que la primera receta con denominación “au Bénédictin” aparece en la III parte de “La cuisine de santé” de Jourdan Le Cointe (hoy citado como Jourdan-Lecointe), médico cuyo texto, dice, lo revisó un práctico de la cocina. En este libro se cocina así una raya. La primera edición es de 1790, todavía un poco lejos del uso cotidiano de la patata, y de la preponderancia de la cocina provenzal.

2)  Que en el “Grand Dictionnaire deCuisine”, 1873, de A. Dumas aparece una receta de “Cervelas maigres à la bénédictine”.

3)  Que ya en 1886 Clement-Marius Morard (1846-1891) en su libro “Les Secrets de la cuisine dévoilés” (1886) da la receta de Morue à la Bénédictine, a base de patatas, bacalao, ajo perejil, etc. y un gratinado final.

4)  Que Ferdinand Grandi autor de “130 recettes diverses pour apprêter les oeufs” (1893) da cuenta de la receta ”Oeufs à la bénédictine

Por supuesto, tras esta perspectiva histórica, tanto en la “Guide Culinaire” del no menos grande Auguste Escoffier, como en su “L'aide-mémoire culinaire”, o en la obra “Le répertoirede la cuisine” de Gringoire y Saulnier, así como en los repertorios castellanos, en mayor o menor medida tributarios de las obras francesas citadas, como son los de Ignacio Domènech, Lanzani-Sarrau, o el de Rabassó y Aneiros (hoy todavía de actualidad), aparecen diferentes denominaciones “a la benedictina”. También en el prestigioso “Lexikon der Küche”, de Richard Hering  se referencian los huevos “Benediktinerart”



Cristino y quien suscribe,
paseando por los montes de Secastilla, tras la “caza de trufas”,
en  “Días de Vino y Trufas” (2011), organizados por
 la BODEGA BLECUA
Este pequeño ejercicio de librero y bibliógrafo me gustaría que, cual salsa holandesa, hecha a mano y de inmediato, que recubre un plato y lo hace más sabroso, adorne mis contribuciones, porque para mí es un disfrute encontrar en las bibliotecas las explicaciones de por qué hemos comido de tal o cual manera, del mismo modo que los especialistas de hoy nos introducen en por qué comemos lo que comemos. En los especialistas incluyo a sociólogos, antropólogos, historiadores, e incluso a muy pocos periodistas, como Cristino Álvarez "Caius Apicius". Es una excepción entre tantos comentaristas que tratan “de re coquinaria”, que tienen poco de periodistas y menos de críticos gastronómicos, y que al parecer les gusta escribir por libre sin documentar lo que los lectores merecen, pero crean sus blogs [yo también me equivoco] y desde su podio pontifican. A veces, se recurre a la wikipedia. La española, en asuntos de cocina, con virus y muy resistentes.

Continúo. La anécdota, o la historia, sobre el origen estadounidense de los "eggs benedict", es una cuestión en la que no entro ahora. No quiero abundar en la confusión. Conozco la obra  The Epicurean (está en la red, gratis) cuya imagen inicia este post, y la pongo a modo de cita del libro que algunos citan para fundamentar la historia de la receta referida que se prepara con muffins en su base, huevos y otros ingredientes, y que se cubre de salsa holandesa. No es raro que por no conocer el origen y evolución de una receta alguien termine diciendo “la inventó tal o cual”, u ocurrió en tal o cual Hotel, etc.


Por otro lado, deletrear con  precisión el itinerario de un plato que en un principio pudo acoger la referencia de la grandiosa y rica Abadía benedictina de Fécamp (lugar donde tiene su origen el Licor famoso, y  donde también radica uno de los puertos más importantes de donde partían en el siglo XIX numerosos barcos a la pesca del bacalao) para terminar siendo consagrado como un gran plato provenzal (sin duda por la importancia del aceite y de un casi desconocido Marius Morard, conocido más recientemente por su obra titulada “Manuel complet de la cuisinière provençale”), es algo que trasciende los límites de este artículo. Aunque tampoco me parece que pueda ser imposible. Tiempo al tiempo. Entretanto sigan la receta “re-visitada” por Cristino y Maribel, su esposa, y disfrutarán de un gran plato, nutritivo, y, bien montado como sugieren, de gran belleza. Tras el sinuoso camino que ellos recorrieron, y según la bibliografía citada, su versión, con elementos creativos, es la más fiel de las que se siguen sirviendo (infieles) en los Brunchs de moderna factura, siguiendo la moda decimonónica de Estados Unidos.



Nota:En el post de Navidad les invité a escuchar un villancico recordando a Dave Brubeck, fallecido a primeros de diciembre de 2012. También ayer (que es cuando escribí) me acompañó en la redacción de este post, con imágenes y sonido de un concierto en vivo, que dió muy pocos años antes de morir. He elegido el fragmento correspondiente a una canción popular de 1920, letra de Benny Davis, y música de y Con Conrad y J. Russel Robinson (que conste, por los derechos). La canción, de amor, se titula MARGIE. De ella se han hecho numerosas versiones, incluso corales. Los más importantes músicos de jazz le han rendido homenaje. Pero ninguna, no conozco demasiadas, me ha gustado tanto como esta, sintiendo la fuerza  que transmite su piano y sus  creativas armonías, y, al mismo tiempo,  la fidelidad al original de la canción.


 




I. SOBRE LAS "TARTOUFLES" DE LANCELOT DE CASTEAU (1604)

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Detalle del retrato, inconfundible,  de Xavier Domigo tomado de la obra
"Le Goût de L'Espagne" (Flammarion, Paris, 2002) Fot. Pierre Hussenot.
Voy a escribir algún post sobre la cuestión de la aparición de las "patatas" en los primeros recetarios europeos. Me impulsa un convencimiento que tengo de que en España se vive muy de espaldas a la investigación histórica sobre algunos aspectos de nuestra alimentación. En el año 2012 el doctor Renaud Adam (1977-) profesor de Historia Moderna de la Universidad de Lieja, y que trabajó para la Bibliothèque royale de Belgique (2002-2004), invita en uno de sus artículos, precisamente hablando de la obra "Ouverture de cuisine" escrita por Lancelot de Casteau, a que se proceda con una cierta prudencia cuando se pretende que algunas obras, como la citada, se califiquen de ejemplares únicos, sin tener en cuenta las investigaciones más recientes. Recurro a esta observación para apoyar mi criterio de que esa prudencia hay que extenderla también para no hacer lecturas de textos sin contextualizarlos o, incluso, no llegando a desentrañar todo lo que un determinado recetario pueda informar, como es el caso de la obra citada.

En este post primero quiero recordar a Xavier Domingo (1929-1996) quien dejó un legado valiosísimo con sus obras dedicadas a la cocina y a la gastronomía. En esta ocasión me refiero al libro cuya imagen de portada he copiado. Lo traigo aquí para advertir que tal vez él fue, en los medios de comunicación españoles, el primero en referirse a Lancelot de Casteau. El paso del tiempo hace que algunas de sus afirmaciones sean del todo revisables y discutibles. Lamentablemente falleció (1996), pero hasta entonces nadie le puso en cuestión. Más aún, todavía en nuestros días es citado como argumento de autoridad en el tema que nos ocupa, sin planteamiento crítico alguno. Ello no empece que, como escribe Jean-François Revel en su prefacio modificado para la edición de 2002, haya que reconocer su gran talento hasta el punto de ser uno de los escritores más originales del siglo XX español.

Xavier Domingo, buen escritor, residió bastante tiempo en París, como reconocido corresponsal de prensa. En dicha capital acumuló grandes saberes sobre la cocina, que compartía en la revista "Cambio 16" u otras revistas. Tras los veinte años que no pudo volver a España, a su regreso siguió con sus colaboraciones  con artículos de referencia muchas veces en "Cambio 16". Publicó en Tusquets editores "El Sabor de España" (1992), agotado hace tiempo. Ese mismo año apareció en francés con el título "Le Goût de l'Espagne", con prefacio de Jean-François Revel. A principios del siglo XXI todavía aparece una nueva edición en Francia, impresa en Italia, bajo el sello editorial de Flammarion, cuya portada reproduzco pues he de referirme a esa edición, dada su fecha (2002). En todas las ediciones la mayor parte de las fotografías son de Pierre Hussenot (1948-), acreditado fotógrafo francés que ha trabajado para obras de cocineros como Ducasse, Lenôtre, etc.

Portada de "Le Goût de L'Espagne" (Flammarion, Paris, 2002)
 Fot. Pierre Hussenot.

Xavier Domingo en la revista "Cambio 16", ya en noviembre de 1984, califica de "error, grave error" creer que la tortilla española era un invento castizo español. Acepta que la inventó un cocinero belga llamado Lancelot de Casteau autor de un rarísimo libro llamado "Ouverture de Cuiusine" (1604), obra que desde 1983 (editada en Amberes por De Schutter) pudo ser conocida por el gran público, y sobre todo por los especialistas. Dicha reedición venía avalada nada menos que por el sociólogo y escritor Leo Moulin (Bruselas,1906-1996) que adaptó los textos de 1604 al francés moderno, y que a su vez fue enriquecida dicha obra con comentarios muy interesantes escritos por el periodista belga Jacques Kother (1937-2009) conocido periodista de radio, reconocido gastrónomo y editor de la acreditada "Guide des connaisseurs".

Xavier Domingo, tras la lectura de la reedición facsimilar de la "Ouverture de Cuisine" y de las recetas de las "tartoufles", queda convencido que son patatas, hasta el punto que invitó en "Cambio 16" a releer el capítulo "Celebración de la patata" (el VII) de su obra "De la olla al mole", para dejar claro que hasta ahora él creía que la primera receta de tortilla de patata se encontraba en el libro "La Cuisinière Republicaine" (1795). El artículo de Xavier Domingo en "Cambio 16" se ilustra con la reproducción de una página de las dos en las que se dan cuatro recetas de "tartoufles", siendo una de ellas la que, al parecer, hace aceptable que sea una tortilla de patatas. Xavier Domingo termina su artículo diciendo que él mismo ha hecho en su domicilio una tortilla con la referida receta. "El resultado es sorprendentemente moderno", escribió.
"De la olla al mole", Ediciones de Cultura Hispánica,
Madrid, 1984.

Así las cosas, quiero decir que no me cabe la menor duda de que la importancia sobre este tema de Xavier Domingo ha sido muy fuerte, como no podría ser menos, llegando su influencia hasta nuestros días, aunque no se le cite en las notas a pie de página tal como es exigido. Si me he referido a la edición francesa de 2002, cuando Xavier Domingo ya había fallecido, es porque, aparcando otras cuestiones, sus obras han influido mucho en todas partes. Pero no puedo menos que preguntarme por qué la edición de 2002 no se revisó en manos de Flammarion. Sigue diciendo en 2002 que el "plato más popular español...es de origen belga". Estoy convencido de que a Xavier Domingo no se le hubiera escapado la aparición en escena del gran historiador de la alimentación Jean-Louis Flandrin (1931-2001), quien desde 1992 puso por escrito su opinión, hasta el punto de tener con Leo Moulin un amable "rifirrafe" científico. Leo Moulin cambió de opinión respecto al origen de la tortilla con las "tartoufles" de Lancelot de Casteau, dejándolo muy claro en su libro "Liturgia de la mesa en Europa", monumental obra editada, también en español, por Fonds Mercator, 2002.

En un próximo post abordaré el tema de la importancia de Lancelot de Casteau para la historia de la cocina de la patata, y también analizaré documentadamente la edición de la "Ouverture de cuisine", de la que podré constatar que ni es ejemplar "único" el que está en la Biblioteca nacional Belga, y tampoco es un documento que permita pensar que ahí aparecen las patatas y menos una tortilla de patatas.
Copyright © de los textos José-María Pisa Villarroya , 2015



II. SOBRE LAS "TARTOUFLES" DE LANCELOT DE CASTEAU (1604)

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Estamos ante una obra que para los franceses tiene la importancia de cubrir un hueco en el largo período que va desde los libros de cocina, primero manuscritos [como el libro de Sent Sovi (ca.1340), o los de Taillevent (1380) y Maître Chiquart (1420), o el Maestro Martino (ca.1450) que serían impresos mucho más tarde], y, desde la aparición de la imprenta, algunos impresos como Ruperto de Nola, (ca.1477), Cristoforo da Messisbugo (1549), Bartolomeo Scappi (1570) o Marx Rumpolt (1581). Nostradamus, también había publicado, sino de cocina como tal, un libro sobre confituras muy interesante (1555).

En este contexto hay que valorar una obra como "Ouverture de cuisine" del cocinero Lancelot de Casteau, nacido en Mons y que sirvió a tres Príncipes-Obispos de Lieja, entre ellos a Robert de Berghes (ca. 1520-1567) para cuya entrada en Lieja como Príncipe-Obispo compuso Lancelot un gran Banquete. Todo ello es muy interesante para la historia, pues aparecen esos tres obispos objeto de otros muchos estudios, el Banquete es un testimonio de valor para considerarar el papel de la comida en esas grandes fiestas, y, finalmente,  resulta ser el primer libro de cocina impreso en francés .

Según algunos expertos pudo haber sido escrito en 1585, pero que no vio la luz de la imprenta hasta 1604. Todo ello supone también un hallazgo importante para la gastronomía europea. Solo desde hace unos pocos años se ha podido estudiar a fondo, tras estar tantos años en paradero desconocido. Anteriormente sí que se conocía alguna referencia en los periódicos de la época. Pero ni siquiera la gran obra de Georges Vicaire había incluido a este libro. Por fin "llegó", y se dio a conocer ese, entonces único, ejemplar por la adquisición de la Bilioteca Real de Bruselas, en 1958. Esta peripecia necesita una explicación, para los expertos y curiosos, pero aquí no puedo extenderme. No obstante, a modo de notas al pié, pongo los links que, en mi opinión, ayudarán a conocer esta cuestión fascinante.

Siguiendo mi criterio cito en primer lugar a Georges Colin (1927-) "Conservateur de la Reserve preciéuse" y autor de esta crónica « L'Ouverture de Cuisine par Lancelot de Casteau », (1958) en la revista "Le livre et l'estampe", 16, p. 261-263 y que se puede leer aquí. G. Colin vuelve a escribir sobre este asunto en 1988, con algo más de espacio, en "Répertoire des libraires belges de livres anciens et d’occasion". En segundo lugar invito a leer [y mirar con mucho interés la excelente bibliografía] el artículo publicado en  2012 por el profesor Dr Renaud Adam, a quien ya cité al inicio del post anterior:  [R. Adam, « Précisions sur l’Ouverture de cuisine de Lancelot de Casteau, imprimée à Liège en 1604 », in De Gulden Passer, 90, p. 89-96] considero este trabajo imprescindible. No solo por lo que supone respecto de Lancelot sino como modelo de trabajo en asuntos de libros de cocina.

Aclaro que necesitaba concretar con el detalle que he dado esa bibliografía inexcusable para no poder ser señalado como carente de argumentos. Desde este momento los fundamentos de mis criterios están abiertos a todos, pues nunca me ha gustado ir de "ocultador" de fuentes, antes al contrario compartirlas buscando sumar esfuerzos. Por eso, para facilitar el trabajo, y para quienes no tengan la edición en papel de 1983, [Ouverture de cuisine par Lancelot de Casteau. Présentation du livre par Herman Liebaers. Translation en français moderne et glossaire par Léo Moulin. Commentaires gastronomiques par Jacques Kother, Anvers -Bruxelles,...] advierto que los textos de la "Ouverture" pueden ser consultados sin salir de la mesa de trabajo pulsando aquí para la transcripción en francés, y aquí para la traducción al inglés. Para los muy exquisitos el microfilm de la edición de 1604 tal cual aquí.

Cómo se puede analizar todo estas referencias en lo que ahora pretendo. Sencillamente, que la vida y viaje de los libros antiguos muchas veces es bastante complicada y que no hay que cejar en su búsqueda. Independientemente del sinuoso camino del ejemplar de Bélgica, y sus valoraciones económicas, el asunto es que ya está finalmente y debidamente catalogado en la Bibliloteca Real de Bruselas, abierto a todo el mundo por internet. Que no tiene carácter de unicidad, porque apareció otro en la Biblioteca Nacional de Rusia en San Petesburgo, con un viaje que explica detalladamente el Dr. Adam. Estas circustancias explican la edición de 1983, nuevos trabajos, y estímulos para encontrar más ejemplares de la edición original [esto es un deseo mío] dado que existen hipótesis de que la obra se pudo imprimir a costa del autor, por lo que pudo tener una tirada pequeña, ya que se vendía en su casa, no en la del impresor que haría el trabajo por encargo del autor.

Óleo sobre cobre, El festín de Baltasar
(detalle) de  Frans Francken II, colección
particular, primera mitad del siglo XVII.
Visto en la exposición "Aragón y Flandes.
Un encuentro artístico" 
Respecto a las "tartoufles" en la Ouverture de Cuisine, diré que aparacen cuatro recetas, como se viene diciendo, pero antes se señala en la lista de productos que no pueden faltar en la cocina. También aparece en la receta de la "Olla podrida" española "Pour faire vn pot pourry dict en Espaignolle Oylla podrida", y,  lo que es verdaderamente importante, "Tartoufle" aparece como uno de los platos que se sirvieron en "LE BANQVET DE L'entree de Monsieur Robert de Berges Conte de VValhain, Euesque & Prince de Liege, faict au pallais en Liege, l'an M.D.LVII. (1557) au mois de Decembre". Se desprende de la misma obra "Ouverture de Cuisine", que ya en 1557  Lancelot de Casteau, en el tercer servicio del Banquete, ofreció " Tartoufle boullie". De donde se deduce que no podía tratarse de patatas como las entendemos hoy, pues ni siquiera habían llegado a Lieja. Podremos abrir otros caminos preguntándonos si pudieron ser los "topinambour" (?), dado que los estudios léxicos dedicados presisamente a ese periodo dejan claro que semánticamente hay una gran abundancia de términos para los diferentes tubérculos, diferencias precisamente entre pequeños territorios vecinos de la "wallonia". Más tarde como evolución del lenguaje se van fijando definiciones, pero precisamente desde la mitad del siglo XVI las diferencias semánticas eran muchas para poder saber con absoluta certeza  a qué quiso referirse Lancelot de Casteau. Pero algo se puede concluir.

Personalmente no encuentro otra posibilidad sino que se refiera a Trufas, sin poder precisar de qué variedad eran, si es que se conocían diferentes, tal como hoy sabemos. En los libros de cocina de esos siglos los recetarios que dan tantísima información muchas veces no parecen necesitar más detalle, sin olvidar que  los Botanistas existían. La variedad de trufa es un asunto para seguir estudiándolo, siendo que está claro que era un producto que distinguía a un Banquete. Pero será en el próximo post, el último, donde tadavía daré más argumentos, con la inestimable ayuda del gran historiador J-L Flandrin, a quien ya cité.

Había olvidado poner la portada de este libro, que se puede comprar directamente del editor. Lo añado a las 21:46h. Se puede comprar directamente al editor aquí


Copyright © de los textos José-María Pisa Villarroya , 2015

y III. EL EFECTO "LEO MOULIN" SOBRE LAS PATATAS EN EUROPA.

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Detalle de la portada de la obra "Liturgia de la mesa en Europa: una historia cultural del comer y del beber" de Léo Moulin. La escena representa "El almuerzo de jamón" Nicolas Lancret (1735), Museo Condé (Chantilly)
Abro este post con el detalle de la sobrecubierta de la obra de Léo Moulin. Añado algunos datos más del libro que son relevantes para mi, por lo que respecta a la edición en español, ya que es posible que muchos no la posean. Quienes busquen esta obra deberán ponerse en cola en las librerías de viejo. Liturgia de la mesa en Europa : una historia cultural del comer y del beber. Léo Moulin (1906-1996), edición revisada por José-V. Serradilla Muñoz; traducción, María Teresa Gallego Urrutia y Jesús Zulaika Goikoetxea, Amberes, Fonds Mercator; Cuacos de Yuste (Cáceres), Fundación Academia Europea de Yuste, 2002, Impreso en Italia, 423 p. Guardado en estuche. Traducción de: Les liturgies de la table: (en Amberes, Fonds Mercator y Albin Michel, París, 1989). Esta obra tuvo una amplia difusión ya que se editó con poco tiempo de diferencia en varios idiomas.

Cuando digo el "efecto Moulin" quiero señalar que, tal como he explicado, la aparición relativamente reciente de la edición de 1983, en la que se da a conocer un libro "perdido" durante tantos años [desde 1604 hasta que aparece en la Biblioteca Real de Bruselas en 1958], el interés fue enorme, y lo más esperable era una edición moderna actualizada con notas, como la coordinada por el gran sociólogo e historiador belga Léo Moulin. Ahora se puede entender que bajo este efecto escribió Xavier Domingo cuyo conocimiento de la edición de 1983 tiene efectos inmediatos tal como señalé en el primer post. Pero, reconocida justamente la autoridad de Xavier Domingo y sus influencias, aunque fallecido en 1996, no pudo conocer la proyección internacional de la obra del belga Léo Moulin. Otra cosa es que quienes posteriormente, a ciegas, citan a Xavier Domingo no hayan trabajado con la obra "Liturgia de la mesa en Europa". Así es cómo pasa desapercibido que Leo Moulin se corrige a sí mismo y reconoce que las "tartoufles" son trufas, no patatas. De donde es fácil deducir que si no hay patatas en el libro de Lancelot de Casteau, todavía menos se encontrará una elaboración como una tortilla de patatas.

Portada de "Ouverture de cuisine" por Lancelot de Casteau. Presentación del libro por Herman Liebaers. Traducciónal francés moderno y glosario por Léo Moulin. Comentarios gastronomico por Jacques Kother. Amberes, Bruselas, impresor De Schutter, 1983.
Pero, ¿qué ocurrió desde 1983 para que Léo Moulin cambiara su opinión en Liturgia de la mesa y lo manifestara contundentemente? Sencillamente, el "rifirrafe" que tuvo con otro gran historiador francés, Jean-Louis Flandrin (1931-2001), autor ahora algo conocido en España por la "Histoire de l'alimentation", bajo la dir. de Jean-Louis Flandrin y de Massimo Montanari, Paris, Fayard, 1996: (traducida al alemán, al inglés [Penguin, 2000], al español [Trea, 2004] y al italiano [Laterza, 2007]). Es en el asunto de las "Tartoufles", donde la pluma de Jean-Louis Flandrin zanja definitivamente la cuestión en una obra suya donde recoge numerosas crónicas que firmó como "Platina". Soy consciente de que en España puede ser algo desconocida, como lo era Flandrin salvo para los círculos universitarios. Se trata de "Chronique de Platine: pour une gastronomie historique", Paris, Odile Jacob, 328 p, 1992. Flandrin escribió bajo el nombre de Platina, con el que homenajeaba al gran Bartolomeo Sacchi, el "Platina"(1421-1481), autor del De Honesta voluptate et valetudine, uno y otro libro sin traducir al español. La obra de Flandrin, básica en la biblioteca de un gastrónomo que se precie de ello, tras más de treinta artículos nos ofrece numerosas pistas de trabajo, respecto a la gastronomía y a los hábitos alimentarios, así cómo para el estudio de recetas y técnicas, historia y cocina, etc.

Portada de la obra de Jean-louis Flandrin, "Chronica de Platina", donde se aprecia el diseño de Michel Duchêne, seguramente revisitando algunos obras del grabador flamenco Hieronymus Cock (ca. 1510-1570)
Pues bien en este libro de 1992 Flandrin dedica uno de los capítiulos, "Sur quatre recettes de tartoufles" (págs. 204-211), en el que de entrada pregunta quién podría confundir en nuestros tiempos la "truffe" y las "pomme de terre", para enfatizar que lo que hoy nos parece imposible confundir, no lo fue hace unos pocos siglos. Reconoce que ante las famosas "cuatro recetas" de patatas, de ser cierto, estaríamos en una de las revelaciones del libro más importantes. Flandrin destaca cómo Léo Moulin defiende la interpretación de las "tartoufles" como patatas. Aún así dice Flandrin que la argumentación que hace resulta dudosa puesto que si a través de la "Ouverture" sabemos que aparecen en el menú fastuoso del primer Príncipe y Obispo de Lieja, Robert de Berghes que abdica en 1563 y muere en 1564, se hablaría de patatas venticuatro años antes de que las recibiera el señor y gobernador Philippe de Sivry, que es quien se las hace llegar al botánico Charles L'Écluse, algo que éste mismo confirma en su obra Rariorum plantarum historia (Amberes, 1601). Sigue Flandrin ofreciendo sus investigacines sobre el nombre de los tubérculos en el XVI/XVII,  las ambigüedades entre los nombres de tubérculos, apoyándose en el botánico y linguista, amigo suyo, André-Georges Haudricourt (1911-1996). 

Aquí se ven, las páginas 94 y 95 de la Ouverture de cuisine (1604) de Lancelot de Casteau donde se pueden leer y analizar las famosas cuatro recetas de trufas, tartoufle, que no patatas.
Sin más comentarios, [salvo que Léo Molulin no habla de J-L Flandrin en la edición varias veces referida (2002), y que Flandrin en su Chronique de Platina (1992) se refiere a Léo Moulin con toda precición] transcribo los dos textos fundamentales de Leo Moulin (...) "He creido durante cierto tiempo que [la patata] apareció por primera vez en la mesa de los prícipes-obispos de Lieja en la segunda mitad del siglon XVI. Me parecía poco probable y, en cualquier caso, consternador que las tartoufles que mencionaba Lancelot de Casteau  en su Ouverture de cuisine (1604) fuesen trufas, pues les da un trato completamente indigno de tan valiosas setas (...) En pocas palabras, las tartoufles de Lancelot son, efectivamente, trufas y no patatas (pág. 160, col. 1) Más adelante, Léo Moulin en la pág. 287, hablando de Yerbas y Verduras según Lancelot, "cita  la Pomme d'orange y la pomme de Granade y la tartoufle (sin duda la trufa) entre la "remolacha blanca y negra" y las castañas".

Tengo siempre presente esta advertencia. El trabajo de los botánicos, de los lingüistas y filólogos es muy necesario para hablar con propiedad cuando se trabaja con un recetario antiguo y lejano a nuestros conocimientos y constumbres de hoy. Por supuesto esto todavía es más necesario cuando se habla de patata, topinambo, criadillas de tierra, aguaturmas, batata, etc. que conviven de inicio con los modos de habla territoriales, y que además se enfrentan a los cambios que sufren con el paso de los tiempos. Pongo un ejemplo puntual del nombre de las patatas en italiano y su influencia en la lengua francesa y alemana. No es suficiente decir que del término italiano "tartoufli, o tartuffoli", en plural, se llega directamente a Kartofeln, porque hacia 1600 (Serres) la forma italiana tartoufli ha permanecido en los terrritorios de Niza y Saboya, que antiguamente fueron italianos, por lo que perviven de una u otra manera en el lenguaje "patois". Pero es a través de la voz en francés "cartouffle", que ciertamente cuaja con menos éxito que el término italiano, como llega a la voz alemana Kartofel [también conocida la patata inicialmente como "Erdapffel"]. Así es como se justifica también el término en ruso, o Kartof en rumano (cartof) y búlgaro.


Me gustaría, para poder terminar hoy, decir algo más,  pero antes tengo que dejar aquí las siguientes ediciones de las que he cococido, en francés, que se pueden adquirir en librerías, a sabiendas de que como ya indiqué en el anterior post los textos originales se pueden  leer en línea. En la imagen de arriba aparece la portada de la edición que en 2008 dio a la luz el editor belga "Noir Dessin", especializado en la publicación de libros sobre Lieja. El editor está orgulloso de poner en circulación y a la venta la obra que apareció por primera vez en Lieja, 1604, en la casa de «Léonard Streel imprimeur juré » y por ser el primer libro de cocina en francés y escrito por un valón.  A mis posibles lectores les digo que si buscan este libro por medio de los canales de distribución  importantes tal vez no lo encuentren, pero lo pueden adquirir directamete en la casa del editor. La editorial no deja de advertir que en su edición reconocen el trabajo de Léo Moulin (1906-1996), (padre de Marc una destacada figura de la Bélgica musical, dicen), y la del gastrónomo Jacques Kother (1937-2009) quien, con la complicidad del célebre gramático y lingüista  André Goosse (Lieja, 1926-), han establecido, fijado y comentado el texto que reaparece en  francés actual  bajo el sello editorial "Noir Dessin Production", en Grivegnée (Lieja). Esta edición evidentemente se basa en la innovadora edición de 1983, esta vez con la mano que guía de Jacques Kother, uno de los cuatro coautores de la edicíon que Léo Moulin capitaneó. Poco después de preparar esta edición Jacques Kother falleció, en 2009.




Finalmente, quiero dar cuenta de la edición cuya portada está al margen. Se trata de una edición de "Ouverture de cuisine " por Lancelot de Casteau, que reproduce la edición original en facsímil, con numerosas recetas que aparecen reagrupadas entre un conjunto de recetas internacionales. El editor es uno de los más antiguos editores regionalistas de Francia. Se trata de un volumen de 144 p., colección Rediviva, editado por C. Lacour-Ollé, Nimes, 2010

Con ese "algo más"que he escrito hace un momento me refiero a que yo podría haber redactado estos textos con más y suficiente brevedad, con notas al pie de la bibliografía utilizada para expertos, y llegar a tomar las mismas conclusiones. Tal vez he llevado de la mano a mis posibles lectores, incluso con reiteraciones, y me lo he permitido pensando en quienes les puede ser duro torcer el brazo ante una firma como la mía, para algunos fútil al parecer, menos acredidada que la de otros. Yo no me veo de ese modo, pero lo digo así de claro para no llevarnos entre los lectores a engaño. Después de años paseando por ferias y congresos con la mejor selección de libros de cocina y gastronomía, www.derecoquinaria.com, no puedo menos que decir que si en España hubiera un grupo de comunicadores, dejo a un lado la responsabilidad de la Universidad, con un universo común bibliográfico para progresar en gastronomía, todo pintaría de otra manera. Por supuesto a España y a su cocina, y a su proyección internacional. Entonces no habría que recurrir a los latiguillos constantes de que los españoles somos los mejores, y los primeros en una lista sin rigor alguno, y otros enunciados o eslóganes de un contenido vacío que se van repitiendo por unos pocos interesados y muy bien acomodados en los mass media [qué responsabilidad social!], con lo que demuestran que tienen la sensación, sino certeza, de que están construyendo  un gran ídolo con pies de barro. En estos meses primaverales que nuestra sociedad española vive tan preocupada, se vuelve a poner en evidencia que los medios de masas pueden condicionar nuestros pensamientos, y hasta los comportamientos, y que el analfabetismo funcional ya no puede manifestarse de manera más "esplendorosa". Tal cual en nuestra cocina española. No tiene por qué ser de otra manera. FIN


Esta  imagen  no se refiere a un acontecimento "porno".  Se trata de  un cuadro pintado por  Frans Floris de Vriendt Brabant (1520-1570), hacia 1550.  Pertenece a la misma época en la que nació la Overtoure, y lo traigo aquí como colofón, pues en el libro de Lancelot de Casteau, además de la descripción del baquete para la entrada del príncipe-obispo, antes también describe el menú del Banquete para "des enfans sans soucy", como Frans Floris, Michel Angelo y otros. Este tema al que se da pie en la Ouverture de cuisine es algo muy interesante para esa época y que solo los muy curiosos tratarán de conocer.

Copyright © de los textos José-María Pisa Villarroya , 2015

Juan Altamiras, cocinero {1}

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Portada de mi edición de la obra
de Juan Altamiras (1758).
Con este post, después de muchos días sin escribir aquí, quiero iniciar unas reflexiones [sin son bien recibidas, mejor] sobre el fraile Juan Altamiras, su vida y su cocina. De entrada digo que después de muchos años de poner enormes esfuerzos para divulgar y dar a conocer la importancia de este cocinero del siglo XVIII, todavía no tiene el justo reconocimiento. Tampoco mis esfuerzos han sido reconocidos.

Ya en 1992 edité una edición facsimil de Nuevo Arte de Cocina de Juan Altamiras [reproducción de la Imp. de Don Juan de Bezares, 1758] contribuyendo entonces con una edición muy digna y con un precio al alcance de todos, hasta hoy. Había otras ediciones facsimilares de otros editores, pero no de ese precio. Mi idea era compartir, como siempre, inquietudes que obligaban a un mayor conocimiento, de su autor y su obra.

Cuando en La Val de Onsera comenzamos a editar los Cuadernos de Gastronomía [desde 1993] esa edición facsimilar por supuesto merecía una  página completa de publicidad, entonces a 1.500 pesetas. En los números siguientes editados también se inició un camino de estudio y reflexión, concretamente en el número seis, bajo el título ¿Altamiras o Altimiras? ofreciendo la transcripción de un artículo que sobre el tema había escrito Mariano Pardo de Figueroa “Doctor Thebussem”, ya en 1888, dada la autoridad reconocida como escritor clásico sobre asuntos gastronómicos y bibliófilos. Lo escribió bajo el título "Cocinero y Santo". En el mismo número transcribí del Nuevo Arte de Cocina "Modo de componer un lechón. Desde que se degüella, hasta colgarse; servirá en especial para religiosas". Algo más que una receta de Altamiras.

Posteriormente en el número 8, enero/febrero de 1994 escribo un "`Altamiras´ para todos", donde manifiesto mi convencimiento de que biobliográficamente, también, nos hemos de referir al nombre del autor como Altamiras. He de advertir que la Biblioteca Nacional de España sólo acepta en la búsqueda por autor el nombre de "Altimiras". A estas alturas no sé por qué lo mantiene. Supongo que lo hacen, así lo anotan, porque  Francisco Aguilar Piñal  (1931), en su monumental "Bibliografía de autores españoles del siglo XVIII, (Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto "Miguel de Cervantes", 1981-2001), da cuenta de que en el expediente de impresión, que se encuentra en el Archivo Histórico Nacional, dice que la licencia se da para Juan Altimiras.  Tengo una copia de dicho expediente y así consta. También he tenido en mis manos la única edición de 1745 que conozco, y que está en la biblioteca del experto, bibliófilo, librero y amigo Mariano Castells, de Aristeucos. Un encuentro feliz en Angüés como muestra la foto al pie. Efectivamente se lee como autor "Juan Altimiras".

Por fin el año 1994 decidí editar en un libro de 141 págs., el Nuevo Arte de Cocina, transcribiendo el texto original de la edición de  1758, en tipografía actual, para que todo el mundo pudiera leerlo sin esfuerzo alguno. Decía entonces que esa edición quería abrir un camino, sin más pretensión, y ofrecía una aproximación a la vida y obra de Altamiras (pág.9). Sobresalía entre otras cuestiones que planteaba, unos datos que hasta ese momento no se conocían, como que, según Latassa, Juan Altamiras era un pseudónimo de un fraile franciscano, Raymundo Gómez, nacido en La Almunia de Doña Godina. Ese solo  dato iluminaba muchos textos del recetario que por criterios internos situaban al cocinero en un contexto aragonés. Con tal información latassiana Juan Altamiras era aragonés, dejando inválidas las opiniones de quienes sugerían que podía ser andaluz, madrileño, etc (p.e. Xavier Domingo)

A la izquierda Mariano Castells, de la librería "Aristeucos", muestra a José-María Pisa
 la edición de 1745, que el señor Castells adquirió en una subasta en Londres.



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